30 nov 2014

Días de Silencio

Hay días en que ni siquiera yo mismo se ya que es lo que quiero. Y entonces me quedo sentado frente a la computadora, viendo fijamente a una pantalla vacía y una página en blanco, con tanto que decir más sin palabras que sirvan para ello. Es entonces cuando los segundos pasan más lentos que nunca, y los días se sienten completamente eternos para mí.


Tiene meses que no la veo. Tiene meses que me siento sin nadie a mi lado, y poco a poco he empezado a enamorarme de la soledad, el silencio que mis propios gritos no pueden llenar. Hablo solo todo el tiempo, me quedo hablando en una habitación, cantando, llorando, riendo completamente solo mientras el mundo afuera está llegando a su fin. Y entonces pienso que ya nada es tan hermoso como antes, y entonces pienso que sería mejor cerrar los ojos y no abrirlos.
Entonces recuerdo cuanto temo a la muerte. Y cuanto temo morir lleno de arrepentimientos, de sueños sin cumplir, de promesas rotas. No quiero despertar un día viejo y cansado, dándome cuenta de que la vida se ha escapado mientras soñaba, y el mundo se ha olvidado de aquellos a quien solía prometerles todo. Los humanos vivos atrapados aferrándonos a cualquier cosa que encontremos en el andar, buscando un camino de vuelta a aquellos días en que, más inocentes, podíamos decirnos felices simplemente porque aún no comprendíamos nuestra propia tristeza.

Y entonces aquí estoy, y solo escucho el silencio. Me siento cansado de todo. Los días ya no quieren pasar. Y aquellos hermosos extraños de mi infancia, aquellos amigos que me gustaba llamar verdaderos, se vuelven cada vez más un recuerdo borroso. Parezco olvidar porque era tan importante quedarme, y porque era tan importante escapar. 
Estoy desvariando, pero dejadme decir una última cosa antes de irme. A pesar de todo el dolor, aún amo estos días de silencio. Me hacen darme cuenta cuan poco se de mi mismo, y cuan poco real es todo lo que me rodea.

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